jueves, 3 de enero de 2013

Jorge Leónidas Escudero II




Hacer el no hacer

Por ahí doy en la tecla
pero no soy yo el que la pega,
es un ser escondido en mi que actúa
sin que se me ocurra mover un dedo.

Soy el testigo nada más de eso, o sea
estuve esperando sucediera
sin saber cuándo
y de repente la sorpresa me agarró de alivio.

El viejo Krishnamurti
creo que llamó a eso “darse cuenta”
quedarse uno con la boca abierta
ante repentina claridá.

Claro qu´es lindo, y si te sucede a vos
no vayás a creerte que sos especial,
sos de aquí no más, común,
pero viste una chispa en tu cielo nocturno.


Poetas

La poesía viene y yo comedido
me ofrezco de puente para que llegue a otros.
Ella en el mundo de las analogías busca
relaciones ocultas y me las dicta.

Y es difícil ser fiel porque uno mete
palos de ciego, ocurrencias, vacío.
Ella aspira ha hermosura
de fondo y forma, quel poema dé
chispa y se hunda en tierra-tiempo donde
se pierda la firma del que transcribe.

Es que soñaste ser creador
pero la poesía te usa abusa
de tu ignorancia y te hace creer que sí,
quel poema es tuyo cuando sos
el muñeco del ventrílocuo Sol
Viento Camino Cielo Amor y Dolor.

Apriete

Atiéndanme a esto que les digo aunque
antes ya lo dije, pero
sean buenos porque necesito
compañía neste asunto.

Que otra vez fui a dormir a campo abierto
y al despertarme al rato veo
al cielo echado sobre mí.
La Cruz del Sur clavándome el pecho,
las Tres Marías ciñéndome la frente y
un lucero espantoso apretándome la garganta.

E me exigían hablara que qué relación
tenía con sus esplendores,
que si sentía la inmensidá en mí,
la presión del Universo, dijera algo.

Cerré ojos y estuve desvelado
pensando que les decir qué
si no sabía nada de nada. Pero musité:
Señoras estrellas yo soy un humilde
buscador de piedras que vine a la montaña
y soy inorante de vuestras grandiosidades.
 

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