Juan L. Ortiz
Los poemas chinos (primera parte)
Si sabía chino o si tradujo estos poemas de alguna versión ya traducida al inglés o al francés, no lo sabemos. Algunos hasta dicen que Juanele interpretó libremente los ideogramas para traducir estos poemas que ahora les regalamos.
La nieve (Mao-Tse Tung
)
Todo el paisaje del norte es de
cortinas
hasta casi dos millares de
"lis" todos de cristale s
y veinte mil millares de
"lis" de nieve, como aspirados por el cielo . . .
De un lado a otro de la gran muralla ,
sólo, sólo, una locura de mar . . .
Desde las orillas del río Amarillo,
aguas arriba y aguas abajo ,
su tiempo, ay, no se ve . . .
Serpientes de plata, bajo el espíritu
de una "ti-chi", las montañas . . .
Elefantes de visas, sobre las
llanuras, las colinas . . .
Y si pusiéramos frente a los cielos
nuestra altura ?
Cuando los días parecen mirars e
y ser ya, se diría, unas ideas de
flores ,
la gracia de la tierra es el pudor que
sorprende al alba mism a
en su blancura de niña . . .
Tal es el misterio de estas montañas y
estos ríos
que llaman a los héroes a quemarse,
cada cual más puramente ,
para que les devuelvan, con lo demás,
esa nube . . .
Los emperadores Chi Huang y Wou Ti, no
podían abrir, casi, nuestros signos .. .
Los emperadores Tai Tsung y Tsi Tsu
nunca se estremecían .
Gengis Khan era una arco, sólo un
arca, en una tensión contra las águilas . ..
Ellos son el ayer. Y únicamente hoy ,
en el aire de los llamados, hasta
aquél que, se creería, aún no es ,
las briznas del corazón . . .
En todo el cielo . .
. (Emi-Siao )
En todo el cielo aparecen estrellas .
. . más y más . . .
más miro, más estrellas aparecen. . .
Más pienso, también, en mi corazón,
los pensamientos pesan más…
Las estrellas pueden iluminar
el pasada, el presente y el futuro.
Pero a quién le digo, a quién,
las quejas del alma, de mi alma, bajo
el cielo de las lágrimas ?
A quién?
La flor del ciruelo
(Emi-Siao)
En el umbral del nuevo año
admirad la flor del ciruelo
Corlé una rama del árbol, la traje a
mi casa,
y la flor puse en un vaso .
La flor no teme, ya, ni a la nieve ni
a la helada.
Para los invitados reunidos alrededor
de la mes a
preparé una garrafa de vino .
Juntas bebemos el vino, enteramente a
nuestro gusto.
Y leemos poemas contemplando la flor
del ciruelo,
la flor que en secreto se regocija y se
burla
de sus hermanas infortunadas .
En la primavera, cuando la nieve se
derrite,
los frutos nacidos de sus hermanas
curvan ya todas las ramas.
Volved entonces la cabeza para mirar
el vaso:
la flor del ciruelo está
completamente, completamente, muerta .
El año nuevo
(Ai-Tchin )
Caracoleando sobre el viento y sobre la
nieve, he aquí que viene el año nuevo ,
y su gran camino es llevado por la tempestad
de las risas . . .
el año nuevo irrumpe del frente bajo
un velo de humo ,
sale de los túneles cavados en la
rocalla ,
las pupilas enrojecidas de vigilias,
las sienes profundamente aradas . . . `
El enemigo vertiera toneladas y
toneladas de acero
pero nuestra frente no ha cedido .
A cien "lis" de profundidad
nuestra defensa
saca su fuerza y extraemos nuestra
fuerza
de nuestras retaguardias del pueblo y
de la patria de nuestros ascendientes . . .
El año nuevo tiene la sonrisa.
Ah, déjanos saltar al expreso del
tiempo que inicia los carriles,
sabre nuestra tierra sin límites bajo
la nieve que no sabe ,
sobre nuestra tierra tranquila, que
espera, tranquilamente, Abril :
el arado ha vuelto los barbechos ,
la llanura va a fluir un infinito
verde que dará en otro mar .
Qué anchas, qué anchas nuestras rutas!
Ellas nos llevan derecho a las
ciudades aún niñas,
a las aldeas aún niñas ,
en un país donde la misma naturaleza
cambia de semblante ,
donde, por todo, una primavera de
muros, sube ,
y no espera ,
donde el acero brota entre las mallas
de la Gran Red como jugando . . .
He aquí venir el año nuevo y he aquí
su nuevo obsequio:
el obsequio de la esperanza también
nueva!
Debemos mantener cada pulgada de
nuestro frente
como aquéllos que salvaron el Monte
Shang-Kan .
Nuestra voluntad es de granito
para ser, sobre el enemiga, la misma
ráfaga del fin
en la purificación del paisaje .
Nunca seriamos ingratos, nosotros,
hacia la edad que ha comenzado
y que meciera a nuestros héroes .
lndignos no seremos, jamás, de la
arcilla de los siglo s
de donde hemos salido, bajo este
fuego, para seguir las líneas del laurel
Y aunque vamos de victoria en victoria, nuestro paso es
el del río . . .
El ruido de la batalla (Quo-mo-jo)
El ruido de la batalla sub e
y los latidos de nuestros corazones
son las alas del crepúsculo .
Luego viene una palidez de mar
que nos deja en algún lugar del aire .
. .
El ruido de la batalla va y viene con
las palabras de nuestro destino :
vamos a vivir, al fin de cuenta, de
rodillas ,
o nos inclinaremos en nuestra casa
sólo para el amor o !a amistad ?
De pie . Ni un segundo de hoja .
El alma toda nuestra en una fila, en
una sola fila ,
para, de ningún modo, ceder .
La vida no se merece
siendo un tallo que vuelve al suelo
en una curva que no quiere y para una
caricia que no quiere . . .
La paz, siempre, oh, la paz .
ha sido la niña de nuestros ojos,
pero ahora sabemos que la paz no
nacería
sino del gran tumulto de esa fil a
que no dejará de sangrar su no y no y
no, hasta la gota del suspiro . .
Algo que es un
aparecido . . . (Sa-chin )
Algo que es un aparecido
lleva
las gavillas del trigo .
El sol es una ausencia, casi,
para la campiña, todavía, no lo olvida
. . .
Alguien se queja, alguien, que se va
como par un río ?
Es la carreta, ya, sin las espigas del
ángel,
más no sin sus ojos . . .
Las gavillas pesan, pesan,
larguísimas.
Y el pionero, también, ante su madre
se lamenta:
-Por qué no se las hizo más pequeñas?
No puedo, ahora, traerlas sobre el
hombro
-No es el modo de atarlas, hijo, lo
que las ha hecho así,
sino que, sencillamente, pesan más .
El año pasado, yo, equilibraba cinco.
Este año, sólo un par.
-Es que la dicha, que se ha traído,
madre, también nos doblaría. . .
o deberíamos dividir el hijo. sobre
los hombres del atardecer .
hacia su propia cuna?
-La felicidad, a veces, cae sobre el
bambú,
mientras ajusta sus pasos . . .
pero sus mieses, entonces, han de
llegar, aun plumillas ,
a una espera de millones . . .
-La harina, de esta manera, será por
poco de aire,
para las miríadas de mesas ?
-Por el momento, sin duda, al querer distribuirse
a semejanza del cielo ,
entre todos los vacíos . . .
-Oh, que las espigas encintas inclinen
as í
algunos todavía
si ellas han de gravitar al dar a luz
unas estrellas
que por primera vez entrarían madre ,
madre tocarán ,
de los inmortales . . .
Desde el puerto
Hu-son (Sa-Chin)
Mar.
El viento impulsa un levantamiento
todo blanco
contra el azul ,
y las olas son de nubes ,
lo mismo que las montañas Cuen-len y O-mien
,
con copas en las alas, también .
Los pesqueros flotan parecidos a
flechas;
hincan, en un relámpago, las velas de
café ,
y cruzan un cielo de mariposas . .
Pero la lejanía es, de repente, una
línea de oro limón,
por perderse, con en un dios, en una
paz que la excede ,
mientras al grito de un vapor, por
otro lado ,
alza ramos de humo . . .
En la colina del
Níspero (Sa-Ou)
Milenarias lámparas,
milenarios pares de ojos
me cuentan la leyenda de mi ciudad
natal
con la voz del alma. . .
Qué gracia, qué maravilla
la de la voz. . .
Dónde está, dónde, el par de ojos de
ella?
En la ciudad está o está en el campo?