Audios de y sobre Juan L. Ortiz creados por la Agencia Radiofónica de Comunicación, una productora de contenidos para radios, perteneciente al Centro de
Producción en Comunicación y Educación de la Facultad de Ciencias de la
Educación (Universidad Nacional de Entre Ríos).
Allí donde el diablo perdió el poncho se encuentra ubicada una tienda de objetos inservibles. Entre aparatos en desuso y viejas cajitas de fósforos coleccionables, se encuentran los textos aquí publicados.
lunes, 10 de junio de 2013
viernes, 4 de enero de 2013
Juan L. Ortiz
Los poemas chinos (primera parte)
Si sabía chino o si tradujo estos poemas de alguna versión ya traducida al inglés o al francés, no lo sabemos. Algunos hasta dicen que Juanele interpretó libremente los ideogramas para traducir estos poemas que ahora les regalamos.
La nieve (Mao-Tse Tung
)
Todo el paisaje del norte es de
cortinas
hasta casi dos millares de
"lis" todos de cristale s
y veinte mil millares de
"lis" de nieve, como aspirados por el cielo . . .
De un lado a otro de la gran muralla ,
sólo, sólo, una locura de mar . . .
Desde las orillas del río Amarillo,
aguas arriba y aguas abajo ,
su tiempo, ay, no se ve . . .
Serpientes de plata, bajo el espíritu
de una "ti-chi", las montañas . . .
Elefantes de visas, sobre las
llanuras, las colinas . . .
Y si pusiéramos frente a los cielos
nuestra altura ?
Cuando los días parecen mirars e
y ser ya, se diría, unas ideas de
flores ,
la gracia de la tierra es el pudor que
sorprende al alba mism a
en su blancura de niña . . .
Tal es el misterio de estas montañas y
estos ríos
que llaman a los héroes a quemarse,
cada cual más puramente ,
para que les devuelvan, con lo demás,
esa nube . . .
Los emperadores Chi Huang y Wou Ti, no
podían abrir, casi, nuestros signos .. .
Los emperadores Tai Tsung y Tsi Tsu
nunca se estremecían .
Gengis Khan era una arco, sólo un
arca, en una tensión contra las águilas . ..
Ellos son el ayer. Y únicamente hoy ,
en el aire de los llamados, hasta
aquél que, se creería, aún no es ,
las briznas del corazón . . .
En todo el cielo . .
. (Emi-Siao )
En todo el cielo aparecen estrellas .
. . más y más . . .
más miro, más estrellas aparecen. . .
Más pienso, también, en mi corazón,
los pensamientos pesan más…
Las estrellas pueden iluminar
el pasada, el presente y el futuro.
Pero a quién le digo, a quién,
las quejas del alma, de mi alma, bajo
el cielo de las lágrimas ?
A quién?
La flor del ciruelo
(Emi-Siao)
En el umbral del nuevo año
admirad la flor del ciruelo
Corlé una rama del árbol, la traje a
mi casa,
y la flor puse en un vaso .
La flor no teme, ya, ni a la nieve ni
a la helada.
Para los invitados reunidos alrededor
de la mes a
preparé una garrafa de vino .
Juntas bebemos el vino, enteramente a
nuestro gusto.
Y leemos poemas contemplando la flor
del ciruelo,
la flor que en secreto se regocija y se
burla
de sus hermanas infortunadas .
En la primavera, cuando la nieve se
derrite,
los frutos nacidos de sus hermanas
curvan ya todas las ramas.
Volved entonces la cabeza para mirar
el vaso:
la flor del ciruelo está
completamente, completamente, muerta .
El año nuevo
(Ai-Tchin )
Caracoleando sobre el viento y sobre la
nieve, he aquí que viene el año nuevo ,
y su gran camino es llevado por la tempestad
de las risas . . .
el año nuevo irrumpe del frente bajo
un velo de humo ,
sale de los túneles cavados en la
rocalla ,
las pupilas enrojecidas de vigilias,
las sienes profundamente aradas . . . `
El enemigo vertiera toneladas y
toneladas de acero
pero nuestra frente no ha cedido .
A cien "lis" de profundidad
nuestra defensa
saca su fuerza y extraemos nuestra
fuerza
de nuestras retaguardias del pueblo y
de la patria de nuestros ascendientes . . .
El año nuevo tiene la sonrisa.
Ah, déjanos saltar al expreso del
tiempo que inicia los carriles,
sabre nuestra tierra sin límites bajo
la nieve que no sabe ,
sobre nuestra tierra tranquila, que
espera, tranquilamente, Abril :
el arado ha vuelto los barbechos ,
la llanura va a fluir un infinito
verde que dará en otro mar .
Qué anchas, qué anchas nuestras rutas!
Ellas nos llevan derecho a las
ciudades aún niñas,
a las aldeas aún niñas ,
en un país donde la misma naturaleza
cambia de semblante ,
donde, por todo, una primavera de
muros, sube ,
y no espera ,
donde el acero brota entre las mallas
de la Gran Red como jugando . . .
He aquí venir el año nuevo y he aquí
su nuevo obsequio:
el obsequio de la esperanza también
nueva!
Debemos mantener cada pulgada de
nuestro frente
como aquéllos que salvaron el Monte
Shang-Kan .
Nuestra voluntad es de granito
para ser, sobre el enemiga, la misma
ráfaga del fin
en la purificación del paisaje .
Nunca seriamos ingratos, nosotros,
hacia la edad que ha comenzado
y que meciera a nuestros héroes .
lndignos no seremos, jamás, de la
arcilla de los siglo s
de donde hemos salido, bajo este
fuego, para seguir las líneas del laurel
Y aunque vamos de victoria en victoria, nuestro paso es
el del río . . .
El ruido de la batalla (Quo-mo-jo)
El ruido de la batalla sub e
y los latidos de nuestros corazones
son las alas del crepúsculo .
Luego viene una palidez de mar
que nos deja en algún lugar del aire .
. .
El ruido de la batalla va y viene con
las palabras de nuestro destino :
vamos a vivir, al fin de cuenta, de
rodillas ,
o nos inclinaremos en nuestra casa
sólo para el amor o !a amistad ?
De pie . Ni un segundo de hoja .
El alma toda nuestra en una fila, en
una sola fila ,
para, de ningún modo, ceder .
La vida no se merece
siendo un tallo que vuelve al suelo
en una curva que no quiere y para una
caricia que no quiere . . .
La paz, siempre, oh, la paz .
ha sido la niña de nuestros ojos,
pero ahora sabemos que la paz no
nacería
sino del gran tumulto de esa fil a
que no dejará de sangrar su no y no y
no, hasta la gota del suspiro . .
Algo que es un
aparecido . . . (Sa-chin )
Algo que es un aparecido
lleva
las gavillas del trigo .
El sol es una ausencia, casi,
para la campiña, todavía, no lo olvida
. . .
Alguien se queja, alguien, que se va
como par un río ?
Es la carreta, ya, sin las espigas del
ángel,
más no sin sus ojos . . .
Las gavillas pesan, pesan,
larguísimas.
Y el pionero, también, ante su madre
se lamenta:
-Por qué no se las hizo más pequeñas?
No puedo, ahora, traerlas sobre el
hombro
-No es el modo de atarlas, hijo, lo
que las ha hecho así,
sino que, sencillamente, pesan más .
El año pasado, yo, equilibraba cinco.
Este año, sólo un par.
-Es que la dicha, que se ha traído,
madre, también nos doblaría. . .
o deberíamos dividir el hijo. sobre
los hombres del atardecer .
hacia su propia cuna?
-La felicidad, a veces, cae sobre el
bambú,
mientras ajusta sus pasos . . .
pero sus mieses, entonces, han de
llegar, aun plumillas ,
a una espera de millones . . .
-La harina, de esta manera, será por
poco de aire,
para las miríadas de mesas ?
-Por el momento, sin duda, al querer distribuirse
a semejanza del cielo ,
entre todos los vacíos . . .
-Oh, que las espigas encintas inclinen
as í
algunos todavía
si ellas han de gravitar al dar a luz
unas estrellas
que por primera vez entrarían madre ,
madre tocarán ,
de los inmortales . . .
Desde el puerto
Hu-son (Sa-Chin)
Mar.
El viento impulsa un levantamiento
todo blanco
contra el azul ,
y las olas son de nubes ,
lo mismo que las montañas Cuen-len y O-mien
,
con copas en las alas, también .
Los pesqueros flotan parecidos a
flechas;
hincan, en un relámpago, las velas de
café ,
y cruzan un cielo de mariposas . .
Pero la lejanía es, de repente, una
línea de oro limón,
por perderse, con en un dios, en una
paz que la excede ,
mientras al grito de un vapor, por
otro lado ,
alza ramos de humo . . .
En la colina del
Níspero (Sa-Ou)
Milenarias lámparas,
milenarios pares de ojos
me cuentan la leyenda de mi ciudad
natal
con la voz del alma. . .
Qué gracia, qué maravilla
la de la voz. . .
Dónde está, dónde, el par de ojos de
ella?
En la ciudad está o está en el campo?
jueves, 3 de enero de 2013
Jorge Leónidas Escudero II
Hacer el no hacer
Por ahí doy en la tecla
pero no soy yo el que la pega,
es un ser escondido en mi que actúa
sin que se me ocurra mover un dedo.
Soy el testigo nada más de eso, o sea
estuve esperando sucediera
sin saber cuándo
y de repente la sorpresa me agarró de alivio.
El viejo Krishnamurti
creo que llamó a eso “darse cuenta”
quedarse uno con la boca abierta
ante repentina claridá.
Claro qu´es lindo, y si te sucede a vos
no vayás a creerte que sos especial,
sos de aquí no más, común,
pero viste una chispa en tu cielo nocturno.
Por ahí doy en la tecla
pero no soy yo el que la pega,
es un ser escondido en mi que actúa
sin que se me ocurra mover un dedo.
Soy el testigo nada más de eso, o sea
estuve esperando sucediera
sin saber cuándo
y de repente la sorpresa me agarró de alivio.
El viejo Krishnamurti
creo que llamó a eso “darse cuenta”
quedarse uno con la boca abierta
ante repentina claridá.
Claro qu´es lindo, y si te sucede a vos
no vayás a creerte que sos especial,
sos de aquí no más, común,
pero viste una chispa en tu cielo nocturno.
Poetas
La poesía viene y yo comedido
me ofrezco de puente para que llegue a otros.
Ella en el mundo de las analogías busca
relaciones ocultas y me las dicta.
Y es difícil ser fiel porque uno mete
palos de ciego, ocurrencias, vacío.
Ella aspira ha hermosura
de fondo y forma, quel poema dé
chispa y se hunda en tierra-tiempo donde
se pierda la firma del que transcribe.
Es que soñaste ser creador
pero la poesía te usa abusa
de tu ignorancia y te hace creer que sí,
quel poema es tuyo cuando sos
el muñeco del ventrílocuo Sol
Viento Camino Cielo Amor y Dolor.
La poesía viene y yo comedido
me ofrezco de puente para que llegue a otros.
Ella en el mundo de las analogías busca
relaciones ocultas y me las dicta.
Y es difícil ser fiel porque uno mete
palos de ciego, ocurrencias, vacío.
Ella aspira ha hermosura
de fondo y forma, quel poema dé
chispa y se hunda en tierra-tiempo donde
se pierda la firma del que transcribe.
Es que soñaste ser creador
pero la poesía te usa abusa
de tu ignorancia y te hace creer que sí,
quel poema es tuyo cuando sos
el muñeco del ventrílocuo Sol
Viento Camino Cielo Amor y Dolor.
Apriete
Atiéndanme a esto que les digo aunque
antes ya lo dije, pero
sean buenos porque necesito
compañía neste asunto.
Que otra vez fui a dormir a campo abierto
y al despertarme al rato veo
al cielo echado sobre mí.
La Cruz del Sur clavándome el pecho,
las Tres Marías ciñéndome la frente y
un lucero espantoso apretándome la garganta.
E me exigían hablara que qué relación
tenía con sus esplendores,
que si sentía la inmensidá en mí,
la presión del Universo, dijera algo.
Cerré ojos y estuve desvelado
pensando que les decir qué
si no sabía nada de nada. Pero musité:
Señoras estrellas yo soy un humilde
buscador de piedras que vine a la montaña
y soy inorante de vuestras grandiosidades.
Atiéndanme a esto que les digo aunque
antes ya lo dije, pero
sean buenos porque necesito
compañía neste asunto.
Que otra vez fui a dormir a campo abierto
y al despertarme al rato veo
al cielo echado sobre mí.
La Cruz del Sur clavándome el pecho,
las Tres Marías ciñéndome la frente y
un lucero espantoso apretándome la garganta.
E me exigían hablara que qué relación
tenía con sus esplendores,
que si sentía la inmensidá en mí,
la presión del Universo, dijera algo.
Cerré ojos y estuve desvelado
pensando que les decir qué
si no sabía nada de nada. Pero musité:
Señoras estrellas yo soy un humilde
buscador de piedras que vine a la montaña
y soy inorante de vuestras grandiosidades.
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