martes, 20 de diciembre de 2011

Jorge Leonidas Escudero
Jorge Leonidas Escudero nació en 1920 en la provincia de San Juan, donde reside. Comenzó a publicar recién a los cincuenta años. Poemas suyos y referencias a su obra aparecen en diarios y revistas del país y del exterior. Obtuvo Premios y Distinciones de diversas entidades culturales nacionales e internacionales. La Fundación Argentina para la Poesía lo destacó como Miembro de Honor por la Provincia de San Juan y la Municipalidad de la Ciudad de San Juan, lo distinguió por su trayectoria cultural. El Honorable Senado de la Nación le otorgó el Diploma de Honor. La Universidad Nacional de San Juan le otorgó en 2006 el título de Doctor Honoris Causa. Publicó los siguientes libros: La raíz en la roca (1970) ; Le dije y me dijo (1978); Piedra sensible (1984); Los grandes jugadores (1987); Basamento cristalino (1989) ; La raíz en la roca (Antología editada en México) y Umbral de salida (1990); Elucidario (1992) ; 1993: Jugado (1993) ; Aires de cordillera (Álbum de catorce composiciones de proyección folklórica cuyana, con música de José Luis Aguado Castro, 1994); Cantos del acechante (1995); Viaje a ir (1996); Caballazo a la sombra (1998); Dibujos-poemas (23 dibujos de Malena Peralta y sendos poemas del autor. Edición especial de la Universidad Nacional de San Juan, 1999); Aguaiten (2000); Senderear (2001) y Le dijo y me dijo (Antología editada en México por Ediciones Azafrán y Cinabrio, 2006). En Ediciones en Danza publicó: A otro hablar (Antología , 2001): Verlas venir (2002); Andanzas mineras (72 poemas relativos a la minería extraídos de sus obras anteriores) y Endeveras (2004) ; Divisadero (2005) y Tras la llave (2006).


Cerros abajo

¿Qué te aflige hoy?
¿Qué te arruga las arrugas?
¿Has visto algún mal modo en el aire?
Veo un murciélago en tu cabeza,
¿Vas a espantarlo?

Buen amigo me entero que ¡carajo!
lo esperado no anduvo. Entiendo:
el tiempo te castigó y la mujer deseada
en vez de incorporarte besos, cariciarte,
agarró distancia de vos.

Y hora no te alcanza la palabra
para decir las uvas están verdes sino
que quisieras morirte.
Y si gritaras eso hacia la Cordillera
los guanacos dispararían asustados;
y acaso algún amigo desos viejos allá,
levantaría las cejas incrédulo: ¿Cómo
sos vos el mismo firme que ayer
buscaba oro nestas piedras? –diría-, no
puede ser él tiene que ser
quejas del viento.

La creatividad

Viene de antes que vos y sorpresivamente
a veces te habla.
Mientras tanto el artista hace
garabatos y cree
gobernar la manija creativa.

A veces se te asienta
el pájaro famoso de la inspiración
y otras un sapo intuitivo
salta en tu pecho y caza hermosa mariposa.

Creíste ser el creador de eso
cuando era el otro,
el que está escondido siglos y siglos atrás
y te habló porque estabas propicio a escucharlo.

Pero vos creíste ser el fabricante de crear
cuando más bien agradecé
porque te arrojaron desde lejos, si acaso,
un pedazo de verdá.

Porque antes de eso
cuántas veces creíste que sí,
que eras vos el creador y al intentar
hacer arte sólo hiciste
palos de ciego, merdosidá.

Luego si nadie es creador ¿qué pasa? Nada,
porque todo es garabatear mientras se espera
que desde lejos, de alivio,
se te asiente un pájaro hermoso
o el sapo intuitivo te entregue una mariposa.

Ventura

Fue lejos lejos. Me daba por las piedritas
desas bonitas que juntaba para
todavía tener algunas.

Niño cuidate decía mi mamá, no
traigás más porque algún día
buscándolas en el campo te vas a perder.

Así fue una vez. Buscando,
a los cerros de Zonda subí sin darme cuenta
y como bajar es difícil
se me hizo noche sin luna.

Me quedé ncerrao
y unos zorros ladraban susto grande pero
con la luz del día pude bajar.
Al volver a la casa me esperaba
un gran revuelo de gente en el camino,
todo el barrio había salido a si me hallaba.

Esa fue la primera gran ventura
por amor a las piedras cosa rara
porque todavía no se me cura.
Ahora camino en plena ciudá
mirando el suelo a ver si.



Ultima apuesta

Apártense, déjenme pasar
vengo de estar existiendo y ya lo sé
 voy a las palideces. Merezco
descanso pero antes
quiero mirar atrás del horizonte para
no verme siempre aquí como árbol seco
donde no hay más que hablar.
No atajen, no digan que hay medicina buena
dejen que me siente en el umbral
a ver pasar la última gente. Los pájaros
están escondiendo la cabeza bajo el ala

Manden alguien a comprar pan
no digo de aquí sino de mañana
porque mi hambre última
es de lo que aún no he visto.
 
Juego de fotos

Con el mazo de fotografías
que guardo amorosamente
voy a jugar un solitario. Empiezo,
pongo sobre la mesa a mi hermana Margarita
y al lado a dos amigos muertos,
debajo al Loco Desiderio ( el que creía ser caballo
y trotaba azotándose a dos verijas). Pongo
a mi tío Teodoro junto a su automóvil 1920
y enseguida yo, montado en un burro,
cuando de chico salí a conquistar el mundo.

Toda la mesa ocupo y descarto, saco y pongo
hasta que de pronto me detengo,
respaldo en la silla cierro ojos
y pienso en lo que ha barrido el tiempo:
tanto pariente al hoyo, tanto sobreviviente
gastado como por erosión eólica.

Barajo nuevamente y corto,
destapo la foto de mi madre
y entonces ella dice hijo mío
recuerdo las primaveras, dame un beso. Se lo doy
y ahí se me nublan los ojos y abandono el juego.

Los Muchachos

A la mesa del bar van tres amigos
todos los días para ver
extinguirse la mañana.

Hablan de que el río poco agua este año.
Y a ellos qué, pero discuten
como si poseyeran grandes cultivos.

¿Y la política?
¡Ah de los ladrones! Dice alguno
y a otro le viene a la memoria
el robo lejano de su bicicleta.
La plata ya no alcanza para nada se quejan
y arremeten contra la juventud
a la que consideran hoy pervertida.

Pagan de a cada uno el habido
consumo individual y se alejan después con
me duele un pie, esto es artritis, gastritis
me produce el café.

Y el mozo del bar con mirada aburrida
los ve irse a mansalva con cara de inocentes
cuando es público y notorio que están confabulados
y otra vez han asesinado a la mañana.


Carlos Guido Escudero / Poema IV

El amigo entrañable que hacía
con la nuez de la garganta el movimiento
de pasar un mal trago.

Paloma ala cortada ojos lejos
daba saltos ayer en lo quedándose.
Finalmente se fue por otro viento.

Estuvo atrevido.
Llamaba al horizonte y corría
para después volver desconcertado diciendo
¡Báh!, me había parecido.

¿Han visto ustedes cómo ciertos árboles
botan la corteza vieja, han visto?
Así se desprendió mi amigo del paisaje.
Dejó una estampida de álamos, entró
de rondón en sus lejanías.

Hoy me vino agudo recordar
la luminosidad de su relámpago.

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